Me llamó la atención del
libro…
La recurrencia en que tradicionalmente las empresas creen ser dueñas de
grandes e infalibles productos o procesos productivos, pero no son dueñas de
atender las necesidades de los clientes, ni siquiera de sus clientes.
Me llamó la atención porque…
En mi última experiencia laboral era muy fuerte esta apreciación, poco
se cuestionaba el producto “infalible” sobre el cual estaba soportado el histórico
éxito de la compañía. Muchas de las
Mipymes, que llevan más de 20 años en el mercado sufren de esta miopía; saben
que tienen un producto que fue exitoso en algún momento porque aún están vivas,
sin embargo les invade el temor de la incertidumbre por que no sab
en cómo
crecer ni como ser sostenibles en el tiempo.
Aprendí que…
Los empresarios caen reiterativamente en la arrogancia al creer que
tienen productos únicos que satisfacen plenamente a sus clientes. No definen con claridad su industria, si hoy
nos suena la flauta con este producto hay que enfilar las baterías en esa
dirección, pero no se están analizando los cambios globales y de donde están saliendo
esas necesidades en el mercado. Al igual que con los trenes, seguramente en el
futuro sobrevivirán las aerolíneas que conecten personas, experiencias y no las
que transporten pasajeros de un lugar a otro.
El plan de acción…
Definitivamente hay que ayudar a los empresarios a definir su industria
antes de pensar en las ventas. De no ser
así ese proceso, seguiremos teniendo empresas obligando a sus clientes a que
compren productos que no quieren o que no necesitan, acabando con el valor de
una marca en vez de construirla.
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